Cosmovisión Inkal Awá
Los Awá tenemos nuestra propia forma de concebir el mundo. Para nosotros existen cuatro mundos que están estrechamente relacionados: existe el mundo de abajo que está habitado por los seres más pequeños, donde viven animales como el armadillo y la hormiga, que comen humo y no tienen ano. En segundo lugar, más arriba, se encuentra el mundo nuestro. Sobre nosotros está el mundo de los muertos y los espíritus, se cree que cuando un Awá muere va hacia allá. Y por último, arriba, está el mundo del creador controlando a los tres mundos que están debajo.
Para nosotros existen diferentes y numerosos lugares sagrados al interior de nuestro territorio localizándose especialmente en los cauces de algunos ríos y quebradas, en las cuevas y en lugares de montaña poco intervenidos. Dentro de nuestra cosmovisión propia el significado de sitio sagrado se traduce como aquel lugar donde residen espíritus y/o dueños de animales y plantas, y con quienes los Awá debemos convivir diariamente, respetando y obedeciendo sus normas y protegiéndonos de las enfermedades que ellos nos pueden causar cuando no las cumplimos, cuando los irrespetamos.
En nuestro mundo Awá hay seres terrenales y seres no terrenales como el duende, la vieja, la viuda, el astarón, la iragua, la tiskalla y el colibrí. Cada uno de estos espíritus tiene su origen, su lugar de hábitat y su historia, pero, sobre todo, cada uno de estos seres está todos los días en relación con nuestra vida. Las normas que ancestralmente hemos tejido frente a las relaciones de convivencia con los demás seres de la montaña nos indican los comportamientos que se dan en el diario vivir y la manera como se deben tomar las decisiones familiares con respecto al uso y manejo del territorio y de todo lo que la naturaleza nos brinda.
Existen normas para determinar la forma como los productos de la montaña, como son los animales, las plantas, el agua y la tierra y todo lo que existe, pueden ser aprovechados por el Awá y en qué medida puede hacerlo. Estas normas no necesariamente están escritas sino que son el producto de la palabra que ha andado de generación en generación, dada desde nuestros mayores y que está basada en el respeto a todas las formas de vida. Así, los indígenas Awá hemos desarrollado una forma de vida que respeta lo que el árbol grande Katsa Ti nos entregó para la vida
La comprensión del territorio dentro de la cultura Awá refleja cómo desde nuestra cosmovisión persiste una concepción integral del mundo, en donde lo que la cultura occidental llama “propiedad privada” y “recursos naturales” no existen así para nosotros; bajo nuestra cultura Awá todos los seres y partes de la naturaleza están constituidos por lo mismo y pertenecen a todos. La presencia en el territorio de habitantes humanos, animales y plantas así como de espíritus que nos protegen mediante normas y castigos, pone las condiciones a los humanos para decidir sobre la explotación de lo que los occidentales o mestizos llaman “recursos”.
Los médicos tradicionales mantienen viva la relación con la naturaleza y con los espíritus que la habitan. Son ellos quienes establecen la comunicación con los espíritus, nos dan a conocer sus quejas y se encargan de curar las enfermedades, que son los castigos que la naturaleza nos impone cuando atentamos contra ella, ya que el territorio es un espacio físico y simbólico en el que diferentes seres conviven entrando algunas veces en situaciones de conflicto. De la manera como nos relacionamos todos los seres y del respeto de las normas que rigen la montaña depende la reproducción de nuestra vida como Awá.
Por las anteriores razones se hace comprensible que, al hablar de territorio, los indígenas Awá hagamos referencia al conjunto de derechos colectivos e individuales fundamentales que poseemos como pueblo indígena y que deben ser respetados y fomentados. Desde esta cosmovisión de integralidad entre humanos y naturaleza se hace comprensible que los Awá valoremos el territorio por encima de principios tan fundamentales como el de la vida.